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- Andreé Henríquez Aravena, Director Ejecutivo CircularTec.
Chile es un país minero. Esta afirmación puede resultar incómoda para algunos y de toda lógica para otros, pero sin duda no nos deja indiferentes. En cifras del Consejo Minero, esta actividad representó el 13,6% del PIB en 2022, pero si consideramos su efecto multiplicador sobre toda la cadena productiva este número alcanza el 25%.
En el mismo sentido, más del 60% de todas las exportaciones provienen de la minería, siendo su principal producto el cobre con un 58% y con una acelerada importancia del litio. Datos e informes sobran para argumentar la importancia que este sector ha tenido para el país.
Pero el futuro parece ser aún más interesante, cobre y litio están jugando un papel crucial para apoyar la lucha contra calentamiento global. Su valor estratégico surge de su importancia como materiales básicos que hacen posible el desarrollo y funcionamiento de las energías limpias, la electromovilidad y las tecnologías 4.0 que permitirán tener una acción climática con impacto positivo.
Lo anterior significará según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) USD$50 mil millones de ingresos por año hasta 2050 solo para América Latina. Siendo Chile uno de los países que potencialmente más beneficio puede obtener de este boom en la demanda de minerales y metales en los próximos años.
Sin embargo, esta oportunidad conlleva en sí misma una responsabilidad ineludible. Debemos hacernos cargo que “la minería no goza de buen prestigio a nivel global y la actividad es cada vez más difícil de realizar “, tal como afirma el documento Chile, líder mundial en minería verde. Por esta razón, debemos transitar aceleradamente hacia una minería sustentable, con la ambición de ser un referente internacional en la materia.
En este contexto, el modelo de economía circular (EC) está dando pasos en la industria para apoyar en toda la cadena de valor hacia el cero residuo. En el informe El Arribo de la Economía Circular en la Industria Primaria del Cobre, se puede observar cómo el sector ha estado incorporando una serie de acciones en esta dirección. Pero también identifica al menos diez desafíos de corto y mediano plazo, de los cuales tres son prioritarios.
Primero, se requiere un cambio de mentalidad en el cual la EC pasa a ser parte del modelo de negocios y no solo una parte de los procesos mineros. Sin este cambio, se corre el riesgo que la EC se utilice en actividades secundarias, reproduciendo lo que hacemos siempre.
Segundo, se requiere cooperación. Hacer de la minería una industria circular obliga a generar alianzas estratégicas entre diversos actores para lograr el diseño de marcos legales que faciliten la reutilización de residuos, dentro de la propia industria o como insumos para otras. Así también, la cooperación permitirá trabajar con la cadena de proveedores aprovechando las oportunidades de la remanufactura, el producto como servicios, entre otros.
Tercero, se requiere innovación. Nuevas tecnologías que resuelvan los desafíos de circularidad no solo aportarán a los actores presentes, sino serán aplicables a otras industrias y exportables. Por esta razón, es clave fortalecer la relación industria-centros de conocimiento, porque sin innovación de base tecnológica no habrá circularidad profunda.
Lo anterior son solo ejemplos de las posibilidades que entrega la EC para este momento histórico de la industria minera como soporte para la lucha contra el cambio climático. Porque ante todo las oportunidades deben aprovecharse sin morir en el intento.
