- María Elba Chahuán, Vicepresidenta y Fundadora de Unión Emprendedora
La industria minera suele remitirse a operaciones complejas, grandes maquinarias y cifras millonarias. Sin embargo, rara vez miramos hacia una de las mayores opciones de transformación: las pequeñas y medianas empresas que, con talento, empuje y creatividad, pueden ser el motor invisible que impulse un cambio real en este sector.
Chile es un país minero, eso lo sabemos todos. Lo que a veces olvidamos es que también somos un país de pymes y que pueden existir puntos de convergencia entre ambos mundos. Según un informe de Cochilco de 2023 sobre Monitoreo de Variables e Indicadores Relevantes de la Pequeña y Mediana Minería, es evidente el impacto directo en la generación de empleo y su contribución al tejido económico local, ya que la pequeña y mediana minería generaron alrededor de 70 mil empleos directos y 140.000 indirectos. La oportunidad sigue vigente, ya que según proyecciones de la Sonami, este 2025 la minería continuará siendo un pilar económico, aportando más del 10% del PIB total.
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Hoy, muchas pymes tienen la capacidad de aportar con soluciones innovadoras, servicios especializados y tecnologías que resuelven desafíos del sector minero. Estos van desde la eficiencia energética hasta la digitalización de procesos, pasando por nuevas formas de capacitar al talento humano o incluso mejorar la relación de las faenas con las comunidades locales. Y aunque es cierto que el potencial está presente, muchas veces se falla en el cómo.
Las barreras son conocidas: procesos burocráticos que hacen difícil ingresar como proveedor, requisitos que no consideran la realidad de una pyme, dificultades para acceder a financiamiento o la falta de redes y tecnología. No es falta de ganas, es falta de acceso. Y eso es algo que podemos cambiar.
Necesitamos fortalecer la colaboración entre las grandes compañías y las pymes. No como un acto de buena voluntad, sino como una estrategia inteligente. Porque cuando sumamos capacidades, todos ganamos. Las organizaciones se vuelven más ágiles, diversas y resilientes, mientras que las pymes crecen, generan empleo y se convierten en parte de un ecosistema virtuoso. Una muestra de ello es lo que está haciendo ENAP y SQM tras sumarse a la iniciativa “Mi compromiso pyme” para incrementar la contribución de pequeñas y medianas empresas locales en su cadena de suministro. ¿Por qué no impulsar más iniciativas de este tipo en la industria minera para aumentar la participación de las pymes en sectores clave de la economía chilena?
Esto no se trata solo de abrir la puerta, sino de acompañar. De generar espacios reales de vinculación, de co-desarrollar soluciones, facilitar la innovación abierta y habilitar plataformas que permitan a las pymes escalar sus ideas con apoyo, mentoría y recursos. También se trata de modificar la mentalidad: ver a las pymes como aliadas estratégicas más que pequeñas proveedoras.
La minería del futuro no puede construirse sólo con grandes jugadores. Necesita de la agilidad, la creatividad y el propósito que muchas pymes tienen de sobra. Y si logramos articular ese encuentro, no solo estaremos haciendo más inclusiva y sostenible una industria fundamental para nuestro país, sino que estaremos dando una señal potente de lo que significa crecer en colaboración.
En desafíos actuales como la transición energética, la eficiencia productiva o la sostenibilidad social y ambiental, la mejor respuesta no siempre viene de arriba. Muchas veces se origina gracias a esas pymes que están pensando fuera de la caja, esperando una oportunidad real para ser parte del cambio.