- Natalia Femenías Navea. Gerente Centro Desarrollo Empresarial AIA.
La Región de Antofagasta se enfrenta a un reto crucial en su desarrollo: la sostenibilidad del capital humano calificado. En un contexto donde la automatización y la digitalización redefinen la industria, se hace primordial fomentar un entorno propicio para el desarrollo integral desde la primera infancia. La interrelación entre el cuidado infantil y la formación de competencias laborales es un imperativo social, pero también una estrategia económica de largo aliento.
Diversos estudios confirman que el 90% del desarrollo cerebral se consolida antes de los cinco años. Este periodo es determinante para la adquisición de habilidades que van más allá del ámbito cognitivo, abarcando también competencias emocionales y sociales esenciales para la vida laboral futura. Así, un enfoque en la calidad del cuidado infantil se erige como una inversión estratégica que puede mitigar la brecha de competencias que hoy afecta a la región.
La Asociación de Industriales de Antofagasta, AIA, con su Plan Estratégico de Educación Inicial (PEDEI), ha tomado la delantera en esta iniciativa, promoviendo la colaboración entre el sector empresarial y educativo. Las actividades lúdicas, las capacitaciones para agentes de la educación y el apadrinamiento de jardines infantiles, son ejemplos concretos de un compromiso que trasciende el ámbito empresarial y se integra en la comunidad. Esto es una necesidad ineludible para asegurar un futuro laboral competitivo.
A medida que la industria minera y energética evolucionan hacia modelos más sostenibles y tecnológicamente avanzados, la formación de capital humano resiliente y adaptable se convierte en un requisito sine qua non. La realidad del mercado laboral en Antofagasta, donde más de la mitad de la actividad económica es impulsada por la minería, exige profesionales con cabales conocimientos técnicos y habilidades interpersonales, para trabajar en entornos colaborativos y de alta presión.
Sin embargo, el contexto regional plantea desafíos significativos. A pesar de los esfuerzos, el 22,4% de los niños menores de cinco años en Antofagasta vive en condiciones de pobreza, limitando su acceso a educación y salud de calidad. La intervención de políticas públicas en conjunto con el sector privado es fundamental para democratizar el acceso a una educación integral desde la primera infancia, asegurando que cada niño y niña tenga la oportunidad de desarrollar su máximo potencial.
Así, la inversión en la primera infancia debe ser una estrategia primordial para consolidar a la región como un referente mundial en la producción de recursos naturales y energías limpias. Al priorizar el desarrollo infantil, Antofagasta asegura la formación de capital humano altamente calificado y establece las bases para un futuro sostenible, alineado con las exigencias de un mundo laboral en constante transformación.