- Los derrumbes en la Cuesta Camarones, que comenzaron en septiembre y se intensificaron en octubre, tienen a Arica prácticamente incomunicada por tierra. Expertos apuntan a la falta de estudios geotécnicos adecuados como la raíz del problema y destacan la necesidad de soluciones de largo plazo para evitar futuros colapsos.
Los continuos deslizamientos del talud de la Cuesta Camarones, ruta que conecta a Arica e Iquique, tiene a los ariqueños prácticamente aislados. En los últimos días, al menos se han producido 15 derrumbes, lo que mantiene la ruta cortada o con pasos restringidos sólo para buses y camiones. El primer deslizamiento ocurrió el 6 de septiembre, y desde el 1 de octubre la situación ha empeorado, afectando a miles de personas que se desplazan entre ambas ciudades. La falta de alternativas viales y la inexistencia de vuelos entre ambas localidades agrava la situación.
Pablo Reinoso Grau, ingeniero civil especializado en geotecnia y profesional de la consultora CORS Ingeniería, afirmó que estos eventos “se podrían haber evitado con una planificación adecuada”. Señala que la causa raíz parece estar en la falta de estudios geotécnicos previos. “Si solo se construyó el talud sin un análisis geotécnico, el problema era previsible y no puede volver a ocurrir”, destacó.
Un problema de planificación geotécnica
Especialistas coinciden en que, para resolver el problema de manera definitiva, es indispensable realizar estudios detallados que permitan entender las características del terreno y las causas de los deslizamientos. Según Reinoso, uno de los factores más importantes a considerar es la inclinación del talud y la composición del suelo, elementos que podrían no haber sido considerados en la construcción original. “El agua es el enemigo número uno de cualquier terreno, y si no se garantiza una adecuada evacuación de aguas, los terrenos seguirán cediendo”, enfatizó.
Hasta el momento, los trabajos realizados en la cuesta han permitido reabrir parcialmente el paso, pero no se ha logrado estabilizar el terreno de manera permanente. “Donde hubo deslizamiento no debería ocurrir otro, pero no podemos asegurar que no se presenten nuevos colapsos en otros puntos del talud”, agregó Reinoso.
La urgencia de una solución técnica a largo plazo
El académico Andrés Burgos, director del Diplomado de Gestión en Obras de Infraestructura en la Universidad de Las Américas (UDLA), subrayó la necesidad de adoptar medidas más drásticas para garantizar la seguridad vial en el largo plazo. “Es fundamental realizar un estudio de mecánica de suelos para determinar las cargas laterales y la cohesión del terreno”, señaló Burgos. En caso de que estas cargas superen los límites del diseño original, será necesario realizar refuerzos estructurales o modificar el ángulo del talud.
Burgos también destacó que existen soluciones técnicas viables, pero costosas, como el uso de “Soil Nailing”, que implica la instalación de mallas metálicas con hormigón proyectado y anclajes profundos, una técnica empleada en diversas rutas del país. “Este tipo de soluciones, aunque efectivas, requieren tiempo. Solo el estudio preliminar puede tomar hasta seis meses, y la ejecución de los trabajos podría prolongarse por más de un año”, afirmó.
La inacción agrava la situación
A pesar de la magnitud del problema, hasta la fecha no se ha implementado ninguna vía alternativa que permita conectar Iquique y Arica de manera segura. “Es crítico encontrar una ruta provisional o establecer una conexión paralela mientras se ejecutan los trabajos de estabilización”, insistió Burgos.
La falta de planificación y la lentitud en la ejecución de las obras han generado molestia entre los usuarios de la ruta. “Lamentablemente, estas soluciones toman tiempo y son costosas, pero son necesarias para evitar futuros desastres”, concluyó Burgos.
Un problema que podría haberse evitado
Ambos expertos coinciden en que la situación actual de la Cuesta Camarones es un claro ejemplo de los riesgos de no realizar estudios geotécnicos exhaustivos en obras viales. En el contexto de desastres naturales y eventos naturales, las soluciones rápidas y temporales, como las implementadas hasta ahora, no son suficientes para garantizar la seguridad de los usuarios y la estabilidad del terreno.
El costo de la inacción y de no prever adecuadamente las condiciones del terreno ahora se refleja en un aislamiento que afecta a miles de personas y amenaza con prolongarse si no se adoptan medidas definitivas.