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- Arturo Brandt. Consultor en Grupo Vial Abogados y académico en Vermont Law and Graduate School de Estados Unidos.
Como es de amplio conocimiento, existe una imperiosa y creciente necesidad de contar con más minerales para avanzar hacia la transición energética que nos permita mitigar los efectos del cambio climático de la mano de la descarbonización.
Para dichos fines, necesitamos más minería con nuevos proyectos, pero también, que ellos se desarrollen respetando el medio ambiente y sus comunidades.
En este sentido, una de los múltiples interrogantes que surgen actualmente, es cómo integramos la sostenibilidad a las operaciones del sector y principalmente, cómo nos sumamos al concepto de naturaleza positiva teniendo en consideración que se trata de una interesante oportunidad de acción para la minería en Chile.
Este concepto, que si bien no es nuevo, pues ha sido impulsado anteriormente por instituciones de conservación ambiental, recobró protagonismo en el sector minero mundial, a inicios de este año, luego que el Consejo Internacional de Minería y Metales (ICMM por sus siglas en inglés) diera a conocer una declaración en que las principales empresas mundiales de minería y metales se comprometieron a tomar medidas urgentes con el fin de apoyar un futuro positivo para la naturaleza para el 2030, que promueva la salud, la diversidad y la resiliencia de las especies, los ecosistemas y los procesos naturales.
Es decir, estos nuevos compromisos dados a conocer por el ICMM, establecen las contribuciones del sector para una naturaleza positiva en cinco áreas: Operaciones Directas, Cadena de Valor, Paisajes, Transformación de Sistemas, y Gobernanza y Transparencia.
En términos simples, la naturaleza positiva busca restituir o compensar algún daño o intervención ambiental que una actividad productiva genere en el medioambiente, adoptando medidas de mitigación o modelos de compensación de emisiones.
En estricto rigor, para la minería tampoco sería nuevo asumir este desafío ya que hoy opera mediante resoluciones de calificación ambiental. Sin embargo, esta declaración es en sí relevante, ya que provino precisamente del propio sector a nivel mundial, como una hoja de ruta en términos de sostenibilidad hacia el 2030.
Del mismo modo, significa un compromiso real de esta actividad no solo para reducir emisiones directas, sino que también con toda la cadena de suministro que involucra a los proveedores. En este sentido, la minería aporta una señal concreta sobre la importancia de vivir en armonía con el medio ambiente y restituir sus impactos y es en ese escenario, donde nuestro país puede jugar un rol esencial y protagónico, a través del cuidado de reservas forestales, algas o humedales.
En definitiva, la sustentabilidad debe estar al servicio de la rentabilidad y debe ser comprendida como una oportunidad de un buen negocio, por lo tanto, sumarse al concepto de naturaleza positiva le permitirá al país avanzar hacia la carbono neutralidad. Sin embargo, el Estado también debe cumplir su parte, poniendo a disposición un sistema de evaluación ambiental con plazos de tramitación de proyectos más expeditos y breves.
